martes, 7 de octubre de 2014

Metamorfosis

El hombre no terminaba de creérselo, pensaba que estaba loco, que debía de ser una equivocación. Se miró al espejo para confirmar su"metamorfosis".
-¡No puede ser!- dijo el hombre.
Era un lunes por la mañana y tenía que ir a trabajar, además tenía una importante reunión con su empresa, sí, justo aquel día.
Eran las ocho y media de la mañana, se había estirado, y se disponía a desayunar, pero claro, sus múltiples pero débiles patas no se lo pondrían fácil...
Con dificultad lo consiguió, eran ya las nueve de aquella misma mañana, ahora llegaba la parte difícil, vestirse, la ropa no era ni de su talla, ni de su forma.
Entonces, ¿qué haría? No podía salir a la calle andando como si nada, la gente se reiría de él, o peor aún, que alguien llamase a la policía y le dijese que hay un monstruo suelto. Decidió quedarse en su casa, en su amplia e iluminada casa. Todo el mundo sabe que a las cucarachas no les gustan los espacios amplios ni iluminados, y de repente el hombre empezó a sentirse incómodo, muy incómodo, demasiado incómodo. Llamó a su hermano para explicarle lo sucedido, y al parecer, a los dos les había ocurrido lo mismo. Iba a ir a visitarlo en coche, ya que su hermano vivía en la otra punta de la ciudad, y, como ya he mencionado antes, no podía ir andando por la calle con las pintas que tenía.
A medida que se acercaba más al garaje, y las luces se iban quedando atrás, más acogedor se le hacía, incluso más que su casa...


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